lunes, 23 de julio de 2007

ESTERTOR




Para todos menos para él, la llegada de sus cinco años en una sala de urgencia, fue un maldito error del destino, para él significaba vivir sin su madre.

Las llamas asfixiaron su rostro, quemando cada movimiento dejándole estéril.

Y todos se callaron al verlo inmóvil postrado por meses, recortando a veces la mirada fija evidencia lacerante de sus heridas.

Allí quedó, respirando la inútil expresión que le apresaba, llorando aquel encierro sumergido en el tiempo.

Siempre aguardó despierto el milimétrico descuido que le perforase la vena con aire, con nada más que una aguja mordiéndole el corazón como tenaza, pero esperó paciente, violentando a veces el yeso carnal del rostro cromado del cual era presa.

Y buscó el último resquicio de insolencia en aquel acto divino, ¡llévame contigo mamita! gritó antes de morder su lengua en el último amén balbuceado, mientras la sangre le recorría sudada el estertor maternal que le volvió infinito.

Y se mordió la lengua para no ser escuchado correr de lejos.
Para no ser nunca escuchado por su madre correr hacia ella.
Para no ser nunca escuchado.
Y se mordió la lengua.

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